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En los últimos años, la movilidad urbana ha cambiado a un ritmo vertiginoso. Más allá de los coches, autobuses y motos, ahora, cada vez son más los ciudadanos que se desplazan en bicicleta, patinete eléctrico o incluso corriendo y patinando. Esta evolución ha obligado a las autoridades a actualizar la normativa de tráfico y, sobre todo, a repensar el diseño de las infraestructuras viales. En este contexto, la aparición de nuevas señales, como las rayas rosas y verdes, no es una casualidad, sino una necesidad.
Estas líneas cumplen una función específica y muy importante: organizar el flujo de los distintos tipos de transporte personal no motorizado y garantizar una circulación más segura y fluida. La proliferación de estos vehículos, denominados Vehículos de Movilidad Personal (VMP), como los patinetes eléctricos, ha generado una necesidad urgente de adaptar los espacios públicos para evitar accidentes, mejorar la seguridad vial y reducir conflictos entre usuarios que comparten zonas comunes, pero circulan a velocidades muy diferentes.
¿Qué son las rayas rosas y verdes?
Pintadas directamente sobre el asfalto en diversas ciudades españolas, estas señales horizontales buscan diferenciar claramente los espacios de circulación para distintos tipos de usuarios. Las líneas rosas están destinadas específicamente a bicicletas, patinetes eléctricos y otros VMP. Se trata de una franja que delimita un carril exclusivo para estos vehículos, separándolos del resto del tráfico y también de peatones, corredores y patinadores. Por su parte, las líneas verdes indican zonas pensadas para quienes se desplazan corriendo o en patines.
El objetivo de esta separación es claro: evitar interferencias entre grupos que se desplazan a diferentes velocidades y con distintas dinámicas. Los VMP, por ejemplo, pueden alcanzar velocidades superiores a los 20 km/h, lo que los convierte en potencialmente peligrosos si comparten espacio con corredores o patinadores. Del mismo modo, estos últimos necesitan mantener un ritmo constante sin tener que esquivar a otros usuarios. Por tanto, establecer carriles diferenciados contribuye a una mayor seguridad para todos.
Ésta nueva señalización no sólo mejora la seguridad vial, sino que también contribuye a fomentar el uso de medios de transporte alternativos y sostenibles. Al ofrecerles un espacio claramente delimitado y protegido, los usuarios de bicicletas y patinetes sienten mayor confianza para utilizar estos medios en sus desplazamientos diarios. Lo mismo ocurre con quienes prefieren correr o patinar como forma de ejercicio o incluso de movilidad. La existencia de carriles específicos mejora la experiencia, reduce la sensación de riesgo y, en consecuencia, anima a más personas a dejar el coche en casa y optar por alternativas más ecológicas.
Además, estas líneas ayudan a crear una cultura vial más respetuosa y organizada. Al igual que los carriles bici han ido ganando protagonismo en las últimas décadas, éstas nuevas línas representan un paso más hacia un entorno urbano inclusivo, donde todos los tipos de movilidad tienen su lugar. El mensaje que transmiten es claro: la calle no es solo para los coches, y cada forma de moverse merece ser tenida en cuenta y respetada. Este enfoque fomenta una mejor convivencia entre peatones, ciclistas, conductores y nuevos usuarios de VMP.
Sin embargo, la efectividad de estas señales también depende del grado de concienciación y respeto por parte de los usuarios. De poco sirve pintar carriles si luego no se respetan. Por ello, junto con la implementación de estas marcas viales, se están promoviendo campañas de concienciación y educación vial. La DGT, junto a organismos como el RACE y ayuntamientos locales, está trabajando para informar a la ciudadanía sobre el significado de estas señales y la importancia de respetarlas para lograr una convivencia segura y eficiente en las ciudades.
Cabe destacar que no todas las ciudades han adoptado aún esta señalización, pero su presencia va en aumento. En urbes con un alto volumen de desplazamientos en VMP, como Madrid, Barcelona o Valencia, estas líneas ya se están incorporando en zonas estratégicas, especialmente en parques urbanos, paseos marítimos y vías con alto tráfico de peatones y ciclistas. La intención es que, poco a poco, esta medida se extienda a todo el territorio nacional, adaptándose a las particularidades de cada entorno urbano.
Además, esta iniciativa se alinea con los objetivos europeos en materia de movilidad sostenible. La Unión Europea ha instado a los Estados miembros a reducir la dependencia del coche privado y a favorecer modos de transporte menos contaminantes. España, mediante medidas como esta, avanza en esa dirección, promoviendo ciudades más limpias, seguras y amigables para todos.
En definitiva, las rayas rosas y verdes no son una moda ni una rareza sin sentido. Representan una evolución lógica de nuestras ciudades, que ahora deben responder a una diversidad de formas de movilidad impensable hace apenas una década. Estas señales, sencillas pero efectivas, son el reflejo de una transformación más profunda: la de un modelo de ciudad que apuesta por la seguridad, la sostenibilidad y la convivencia.